sábado, 7 de enero de 2012

"DESCALZOS POR EL PARQUE". El apartamento


-En este mundo hay los que miran y los que actúan, y los que miran se sientan a mirar lo que hacen los activos. Esta noche tú has mirado y yo he actuado.
-Y fue más penoso mirar lo que tú hacías que para ti hacer lo que yo miraba.

"Descalzos por el parque" Gene Saks


Jane Fonda es una joven divertida y algo inmadura que se acaba de casar con Robert Redford, un abogado serio e irónico. Su matrimonio empieza estupendamente con una luna de miel en un lujoso hotel de Nueva York, sin embargo las cosas se torcerán cuando llegan a su nidito de amor, que resulta ser un pisucho minúsculo repleto de averías situado en un quinto sin ascensor (en el doblaje francés lo cambiaron por un noveno ya que en esa época los quintos sin ascensor eran muy comunes en Francia y no les hubiera hecho gracia el suplicio que le suponía a los personajes subir las escaleras). 

A todo esto hay que añadir la aparición de su vecino de arriba, un dandy sesentón que les enseñará exóticas comidas y peculiares antros donde la pareja descubrirá que no tienen nada en común. Así, el matrimonio caerá en una crisis avocada al divorcio, sin embargo la cosa acabará bien, porque es una película (y digo esto porque el filme está basado en el primer matrimonio de Neil Simon, el escritor de la obra, que sí acabó realmente en divorcio).

Tras cosechar un tremendo éxito en Broadway, "Descalzos por el parque" fue llevada a la gran pantalla manteniendo a Robert Redford (cuya carrera cinematográfica estaba por despegar) y a Mildred Natwick (que fue nominada al Oscar como la madre de Jane Fonda), quienes ya habían trabajado en la obra teatral. Por desgracia para Elizabeth Ashley (pareja de Redford en Broadway) Paramount quería a una actriz famosa para protagonizar la película e inmediatamente pensaron en Natalie Wood. Y seguro que también hubiese bordado el papel, pero Wood estaba de año sabático, así que, tras pensar en Sandra Dee, Geraldine Chaplin o Nancy Sinatra, el papel fue para Jane Fonda, que ya era bien conocida para el público (aunque aún faltaban dos años para que la conocieran cachito a cachito en "Barbarella").

Cuando me puse por primera vez "Descalzos por el parque" no sabía si me iba a convencer. La premisa era muy interesante y los actores me gustan bastante, pero ya me había llevado algún chasco con otras comedias de la época tan aclamadas como "Desayuno con diamantes" o "El apartamento" (sí, no me gusta "El apartamento", prefiero mil veces "Irma la dulce"). No obstante, a poco que escuché a la pareja interactuando me di cuenta de que iba a gustarme.

Al contrario de lo que sucede con "Desayuno con diamantes" las situaciones, personajes y diálogos de "Descalzos por el parque" son completamente actuales pese a estar en los años sesenta de tal manera que la obra podría ambientarse en nuestros días cambiando tan solo el paisaje, el vestuario y el peinado de las mujeres.

Y es que hoy en día seguimos viviendo las mismas calamidades que los protas de la peli, o sea, pisos sin ascensor, habitaciones minúsculas, vecinos extraños, madres cotillas... y también podemos toparnos con tipos estirados y mujeres espontaneas que pese a su evidente incompatibilidad se casan, discuten, se reproducen y mueren.

En este apartado hay que decir que los dos protagonistas están soberbios, ambos jóvenes y esplendorosos (soy mujer y heterosexual, pero aún así debo decir que el culo de Jane Fonda, cuya blusa está calculadamente metida por dentro, resulta hipnótico), y además los secundarios, Charles Boyer (también estupendo, así como la habilidad de sacarle de escena justo antes de que resulte cansino) y Mildred Natwick son los complementos perfectos para la pareja.

Así, recomiendo "Descalzos por el parque" como una comedia romántica ágil, ingeniosa y divertida (os vais a reír de verdad) con el encanto de los sesenta y de Nueva York por la que no han pasado sus casi 50 años.

Publicado en Zinéfilaz el 13 de febrero de 2015

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